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DALE A ME GUSTA

‘Mi semana con Marilyn’

HERMOSA Y PUNZANTE HISTORIA



Carmela Cuevas
Santo Domingo
Colin Clark, apenas un joven en Inglaterra poseído por una fortísima decisión de trabajar en cine, en cualquier aspecto del cine que fuera, vivió y escribió esta historia que ahora conocemos como “My Week with Marilyn”, de cuyo libro salió el guión escrito por Adrian Hodges para que entonces la llevara a la pantalla Simon Curtis.
Cuando vean el film que ahora se está presentando (para suerte de todos los que aman el cine), no se cuestionen sobre la posible verosimilitud de lo escrito por Clark. Recuerden que han visto una película y que, por más que se diga, afirme y sostenga que se cuenta la realidad, desde el momento en que existe un guion y que se usan actores y actrices para llevar la historia a imágenes, ya entramos en el terreno de la ficción, no importa que se trate de la historia de Marilyn Monroe o de Churchill o de Gandhi.
Entonces, viendo el film, lo que tienen que tener en mente, insistimos, no es su correspondencia con la verdad de los hechos, sino si esa historia que vemos y escuchamos es realmente interesante, si posee fundamento, si posee verosimilitud (que no es lo mismo que contar de pe a pa lo sucedido), pero, sobre todo, si es una obra que responde a los principios fundamentales del lenguaje cinematográfico en lo que se refiere a su dirección, a su fotografía, a su musicalización, a su interpretación y a otra media docena de elementos que son propios de ese lenguaje.
Y, si en todo ello piensan, no tendrán más salida que admitir que “My Week with Marilyn” es una hermosísima historia que posee una formidable puesta en escena, y que, además, y muy a pesar de enfocar una historia sobre tan famosos personajes, como la Monroe y Sir Lawrence Olivier, no se queda en los tópicos normales de pura rutina, sino que, aun a pesar de ofrecernos esa visión sabida de la atormentada estrella envuelta en las drogas, nos ofrece detalles diversos y, sobre todo, más que interesantes y refrescantes sobre la vida de la diva que nos llegan muy adentro, porque son fiel retrato de su ansiedad por vivir, por amar pero, sobre todo, por sentirse amada más que admirada.
Cuando se estrenó el film a que se hace referencia, “The Prince and the showgirl”,  recuerdo que Guillermo Cabrera Infante, quien escribía la crítica de cine para la revista Carteles con el seudónimo de Caín, dijo que tenían mucha razón quienes habían dicho que la actuación de Marilyn en ese film estaba a la par, en lo que a calidad histriónica se refiere, con el tan famoso y alabado Olivier, sobre todo teniendo en cuenta que el famoso actor y director británico era el hombre que manejaba las riendas de todo en ese rodaje.
Y es que ella, Marilyn, a pesar de entrar al cine como una simple “pin up”, por sus curvas y su hermoso rostro, y a pesar también de las drogas, el desorden de su vida y su estado nervioso perturbado, pudo probar, de manera más que fehaciente, que tenía talento para hacer casi cualquier tipo de personaje.
Pero, volviendo al film de Simon Curtis, un londinense que viene de la TV inglesa, que es de lo mejor, nos lleva en andas gracias a su diestro sentido de la edición, a la formidable labor de musicalización, a la gracia con que maneja todos los resortes de la puesta en escena y, sobre todo, a ese elenco que es toda una gloria: Michelle Williams sigue probando que es lo mejor que nos ha traído la primera década del siglo, Kenneth Branagh es un Olivier es formidable (y a ratos casi nos parece estar viendo al gran inglés), ese novato Eddie Redmayne es impecable como Colin Clark y, como refuerzos formidables, Judy Dench, Toby Jones, Julia Ormond, aparte de todas esas caras británicas tan magistrales en los roles de reparto.
Sin lugar a dudas, una de las mejores 10 de este año. 

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